EE. UU. facilita a autoridades RD acceso a equipos para monitoreo contra narcos
Santo Domingo.-Los muelles de Haina y Caucedo son sólo el reflejo del continuo forcejeo entre autoridades antinarcóticas de la región y la innovación constante de los grandes carteles suramericanos de la droga.
Una tarde cualquiera estos puertos pueden parecer sólo los puntos neurálgicos del comercio marítimo en la República Dominicana. A primera vista, todo parece transcurrir con normalidad: grúas enormes levantan contenedores, barcos atracan y zarpan, y el bullicio de la actividad portuaria es constante.
Sin embargo, detrás de esta fachada cotidiana, se libra una batalla silenciosa contra el narcotráfico, una lucha en la que República Dominicana se ha convertido en un alfil clave.
Una de las explicaciones más poderosas es la misma que se tiene desde la época de la colonia: la ubicación estratégica de la isla La Hispaniola como punto intermedio entre Suramérica y Norteamérica, así como también un punto intermedio entre Europa y esta parte del mundo.
A eso se le suma que los dos muelles ubicados en la costa caribeña de República Dominicana son de los de mayor actividad comercial de la región.
Estados Unidos ha estado dando acceso privilegiado a autoridades antinarcóticas de República Dominicana a sus más modernos centros de monitoreo de la actividad criminal en la región del Caribe que tiene sede en la Florida, lo que ha facilitado la captura de grandes cargamentos de drogas producidas en los países andinos.
Las informaciones intercambiadas por las autoridades norteamericanas y dominicanas no sólo han facilitado la interdicción en alta mar de alijos importantes, sino la detección de contenedores cargados de drogas en los muelles de Haina y Caucedo con destino a Europa.
“Esa cooperación no sólo ha permitido atacar el narcotráfico hacia Estados Unidos, sino también a Europa, lo cual siempre ha sido un reto para República Dominicana, ya que tenemos dos de los puertos más importantes del Caribe y, por tanto, por donde pasa una parte importante de la mercancía contaminada con drogas”, explicó un agente.
El movimiento de la cocaína que pasa por el Caribe comienza en los verdes y intrincados países de los Andes suramericanos.
Colombia, Perú y Bolivia son los mayores productores de hojas de coca del mundo y en las selvas colombianas se suele completar el proceso de convertirla en cocaína.
En el océano Pacífico se ve moverse la mayor parte de la droga que llega a Estados Unidos, que llega a México para que los violentos carteles aztecas la trasieguen por la frontera.
Pero otra parte, menor en pero que en dinero, se cuentan por miles de millones, los que también toman la ruta del Caribe para llegar a Estados Unidos por vías alternas, pero con una mirada especial a Europa, donde su valor en el mercado ilegal casi se duplica.
Los narcotraficantes emplean métodos ingeniosos para evadir las fuerzas de seguridad. Una vez en suelo dominicano, la cocaína se integra en el flujo comercial que pasa por los puertos del país.
Los muelles dominicanos, especialmente los de Haina y Caucedo, son auténticos hervideros de actividad. A simple vista, parecen únicamente centros de intercambio comercial, pero esconden un submundo en el que las drogas se mezclan con cargas legales para pasar desapercibidas.
Ahí se produce una triple acción entre la DNCD, la Dirección de Aduanas y las autoridades de los muelles, donde se han instalado modernos escáneres que ayudan a la inspección de los contenedores sin detener el comercio.
El acceso dado por Estados Unidos a autoridades antinarcóticas dominicanas a sus centros de información e inteligencia contra la actividad criminal en la región, lo que ha permitido detectar contenedores que salen vigilados desde sus puertos de origen.
Así se logra contrarrestar el ingenio de los narcotraficantes, que a veces parece no tener límites. Las drogas pueden estar ocultas dentro de productos agrícolas, selladas en compartimentos secretos dentro de los contenedores o, incluso, disfrazadas en envíos de productos legales.
Cada día es una batalla de ingenio entre los traficantes y las autoridades, por lo que la cooperación norteamericana ha sido vital.
En el primer semestre del año las autoridades dominicanas incautaron 3.5 toneladas de cocaína, que sube a casi cinco toneladas si se incluye julio, pues la semana pasada se decomisó una tonelada.
Estos decomisos son sólo una fracción del total que intenta pasar por la isla. “Hemos encontrado cocaína en frutas, en envases de comida, hasta en muebles. Los narcotraficantes siempre están un paso adelante, tratando de encontrar nuevas formas de ocultar su mercancía”, explicó a EL DÍA un agente antidrótico.
El principal centro de inteligencia de EE. UU. contra el narcotráfico funciona en Florida. Se han incorporado drones no tripulados en la vigilancia de la región del Caribe para detectar los cargamentos en lanchas rápidas desde Sudamérica.