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El agua de los cocos dominicanos es más dulce que la del río Masacre

Por:Juan Manuel Garcia14 agosto 2024

Los que se dicen Gobierno, en Haití, no encuentran la forma de cruzar la frontera, para estar presentes, como un gesto de decencia, en la juramentación de Luis Abinader como reiterado Presidente de este país, su vecino más cercano. Y el más bondadoso.

Pero, ¿por qué es mejor así?

Cualquier necio de los que tanto abundan, hoy día, en toda la geopolítica mundial, como es lógico suponer, también en el ámbito de los gobernantes (¡vaya con los gobernantes que nos topamos, hoy día, en el escenario latinoamericano, por más cercanía!), encontraría más de una razón para la argumentación de los haitianos para no venir.

Podría ser que el grupo que se dice gobierno, en Haití, esté averiguando, no por cual ruta venir a la juramentación de Don Abinader y su conjunto, sino que se pregunten entre ellos, por dónde es que le entra el agua a los cocos dominicanos.

Tal cosa no debe preocupar, de todos modos, al Gobierno haitiano, puesto que el agua de los cocoteros dominicanos, entra a nuestros cocos por cualquier sitio. O tal vez, ellos estén pensando que el agua de los cocos dominicanos la extraemos desde el río Masacre. Y no es así. Ellos estarían, nueva vez, equivocados.

O, tal vez, ignoren que, en la República Dominicana, desde que llegaron por primera vez los invasores españoles, mucho antes que los franceses, por aquí encontraron que los aborígenes tenían un sitio solariego que denominaban “Jarabacoa”, que en el melodioso idioma taíno quiere decir “aguas por todas partes”.

En los pueblos dominicanos de la región fronteriza, podrían estar pensando que el pariente más cercano es un buen vecino. Esto, porque no hay gente más amistosa con los haitianos que nuestros habitantes fronterizos. Miren, si no es así, que hasta se les ha dejado un trillo del lado de ellos, junto a la maya con que pretenden separarnos, cosa sobradamente demostrado que no es imposible para dividirnos, para que ellos den un paseíto y no tengan que cruzar cuando quieren coger un poco de fresco, y hasta su vasito de agua de coco con hielito. Sin azúcar, desde luego, ya que el agua de coco dominicano es dulcísima.

Los morenos de los triciclos que venden agua de coco, en calles barriales, de cocos que encuentran en cualquier mata a la que se gabean sin pedir permiso a nadie, y además, portando armas blancas por la libre, con hielo, hielo que, aquí hay por “pif paf. Y digo que el agua de esos cocos es tan dulce que se toma sin azúcar.

Al Gobierno dominicano se le olvidó en la invitación protocolar al grupo que se dice gobierna Haití, que por aquí la política incluye los cielos abiertos.

Oh, pero bueno, Presidente Abinader y nuestro gentil Canciller, se les olvidó decirles a los haitianos, que a la juramentación vendrá tanta gente que el mayor dolor de cabeza del momento, es precisamente, encontrar dónde meterlos a todos, sin atropellarlos.

Bonsoir, monseurs! Ah, por acá brindan pequeñas que llaman frías, Presidente, desde luego. Y hasta un vinito que en los colmados de los barrios beben barato, llamado “la fuerza”.

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