Opinión

El impacto del cambio climático para la vida, no es un relajo

Hay un planeta muy bello llamado tierra y dentro de él, un pedacito
de su geografía llamada República Dominicana.
En la naturaleza del planeta tierra, la muerte es parte de la vida. El tope de vida de un ser humano, puede llegar hasta más de los 125 años como ex- tremo, pero aunque esto varía de país en país, dependiendo de diversos factores como genes hereditarios, estilos o calidad de vida, avances en los sistemas de salud, alimentación, educa- ción, la calidad de los servicios públicos que garanticen los es- tados y muy particularmente, el ambiente en que se desenvuel- van las personas.

En este sentido, este 2025 que recién inicia es un año de retos y desafíos, en el caso dominicano, por lo que vemos qué sucede con los fenómenos atmosféricos y el ambiente de vida que nos rodea en lo referente al cambio climático.
Se hace necesario y urgente tomar medidas radicales para controlar y detener las actuaciones que cada día agravan o aceleran el cambio climático, donde cada décima de grado aumenta el termómetro.
atmosférico representa la cercanía del peligro que amenaza la supervivencia de los seres vivos, por lo que ningún ser vivo está exento de ser víctima, si el medio donde se desenvuelve no es el adecuado a su contextura ambiental. Visto así, nadie tendrá escapatoria, si seguimos en este derrotero terrenal que hoy vive la humanidad con el deterioro progresivo de los recursos naturales.
Y aunque es un asunto global de nuestro planeta, hablemos de República Dominicana, porque los números no mienten y cada cierto tiempo vemos como las temperaturas se mueven, mani- festando frecuentemente cam- bios bruscos , por la erosión implacable de nuestras tierras y costas, por un mar que cada vez más amenaza desbordarse hambriento hacia nuestras tie- rras; los ciclones son más fre- cuentes y fuertes.
La sequía es implacable devorando la producción agropecuaria: el calor o el frío son más fuertes y cambiantes en forma drástica en corto espacio de tiempo, cuando creemos estar en verano, hace frío y viceversa, en invierno hace calor.
La lluvia desaparece con largos periodos de sequía y en tiempos de sequía aparecen tempestades de grandes precipitaciones y hasta ciclones fuera de temporada y, así sucesivamente, es decir, cambios bruscos en casi todo el sistema climático y atmosférico del planeta.
Sobre este drama que vive la humanidad, habría que preguntarse: ¿Qué nos espera si seguimos con este deterioro progre- sivo de los recursos naturales que llevamos en todo el globo?
Pensemos que les dejamos y les espera dentro de los próximos 30,50,100o500añosa.
las generaciones descendientes como hijos, nietos, biznietos, sobrinos, primos y demás; cuando los ríos, arroyos, ma- nantiales, océanos o mares, disminuyen, se secan y hasta desaparecen; las tierras fértiles, los bosques y las plantas con- vertidas en áridas, las ciudades se inundan y las zonas costeras en lucha contra las subidas y penetración del mar, las playas desaparecen bajo las aguas, y las precipitaciones no se produ- cen con la frecuencia normal y cuando lo hacen, es con intensi- dad destructora.
Por lo que es imprescindible y sin demora, acciones drásti- cas y urgentes para la produc- ción de energía limpia, manejo correcto de los desechos sólidos y, sobre todo, el cuidado y pre- servación serio y responsable de nuestros recursos naturales; bosques, agua, animales, tie- rras, etcétera, algo que no es tan difícil, solo de voluntad, que es eliminar o reducir al mínimo la contaminación al medio am- biente y detener la depredación innecesaria de los recursos naturales.
Se trata de retos y desafíos de los dominicanos y que como habitantes conscientes y res- ponsables de la tierra, que se percibe grave, casi al borde del colapso, pero que “hay tiempo todavía”, y los habitantes de esta parte del planeta, tenemos el compromiso de rescatar y preservar, para nuestras gene- raciones.
Pero, en primer lugar está el rol y la responsabilidad de las autoridades gubernamentales y locales, en cada periodo de gobierno, de dar seguimiento y continuidad al problema am- biental, encabezado por el pre- sidente de la República, el Mi- nisterio de Medio Ambiente, el empresariado y los ciudadanos, para hacer que esto sea posible.

Controlar cada vez más la ocurrencia de incendios, talas de árboles, extracción minera sin la prevención de los da- ños a la naturaleza, tomando en cuenta el pasivo ambiental y social ahora que se habla de
“tierras raras” (bauxita, arcilla y más en Pedernales), la mina de oro de Romero, en San Juan de la Maguana, la explotación de petróleo en Azúa, la presa de cola para la explotación de oro en Cotuí, la extracción de arena de los ríos, las dunas de Bani y otras áreas protegidas y preservadas como los Parque Nacionales.
Es decir que tanto los domi- nicanos como la comunidad internacional deben dejar de hacer como hasta ahora; anun- cios, promesas que no cumplen e iniciar cuanto antes acciones serias y concretas y dejándose ya del bla, bla, bla, con la rea- lización de tantas reuniones, foros, cumbres, reuniones, diá- logos y más y donde se adop- ten las medidas y decisiones correctas y necesarias para frenar de una vez y para siem- pre la catástrofe que afecta y que no es ya amenaza, sino la realidad que vivimos día a día y nos maltrata en cada rincón del país.
Esa es una verdad irrefutable del cambio climático y el deterioro progresivo a que está sometido el medio ambiente y los recursos naturales.
Termino este escrito con esta frase:
“Hay un planeta muy bello y (agradable) llamado tierra y dentro de él, un pedacito de su geografía llamado República Dominicana; iluminado y ca- lentado por el sol, (refrescado por la lluvia), cubierto por una capa de aire a su alrededor, donde viven los seres humanos, los animales y las plantas…”
Actuemos ahora que hay tiempo, para que más adelante no sea demasiado tarde, y si amamos la patria ahora que estamos en el mes patriótico de Duarte, Sánchez, Mella, Lupe- rón y más… He dicho.
El autor es profesor, trabajador social y cultural, pasado presidente de la Fenacodep.

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